VaCaCionEs

domingo, 12 de agosto de 2007


Sí, sigo viva, había dejado de escribir por un tiempo debido a que me encontraba ausente; y esta característica puedo aplicarla a más de un aspecto de mi vida, estaba ausente de mi casa, de mis responsabilidades, de mi vida cotidiana, de mis amigos, de mi familia, de mi mente misma y sus múltiples preocupaciones. Hoy, y desde hace algunos días, estoy de regreso, con un montón de cosas por contar.
10 días de vacaciones que me sirvieron para perderme en la playa y reencontrarme con cosas que había dejado un tanto empolvadas. Un viaje único por más de una razón: gente nueva, lugares nuevos, cambios en mi color de piel y en el color en el que veo el mundo, los momentos más alegres, el momento triste, pruebas superadas, pláticas a media noche, alcohol, mar, arena y música.
El mar del Caribe siempre me ha gustado, el azul de sus playas es hermoso, el clima es ideal para un buen chapuzón, la comida es deliciosa y los lugares para visitar pueden asombrarte tanto como la naturaleza es capaz de hacerlo; sin embargo, el mar caribe se ambientó con música de reggae durante este viaje, dándole tonos diferentes al día y a la noche, al menos ante mis ojos.
“Urban Hostel” era el nombre del lugar donde NG y yo nos hospedábamos, un lugar que parecía una torre de babel, podías oír conversaciones en 3 o 4 idiomas distintos en menos de una hora, gente de todo el mundo desfilaba por ahí; un lugar pintoresco cuyo dueño (de menos de 30 años) vivía en la fiesta con amigos e inquilinos, un perro dormilón era el guardián, café y pan tostado era el bufete de cada mañana y había “inquilinos” peludos y con cola que gustaban de pasear por la cocina… no me arrepiento de las noches que pase en el cuarto de ese lugar.
Entre toda la gente con la cual cruzamos alguna palabra, hubo 3 personas con quienes convivimos (NG y yo) bastante: Vivu, el “pibe” y Oswaldo (Argentinos los dos primeros y el segundo un Holandés nacido en Colombia). Durante 5 o 6 días, comunicándonos en español, compartimos aventuras, experiencias, costumbres de nuestros países, etc. Cocinamos comida mexicana, nos reímos de sus gestos con el picante, matamos a un ratón en la madrugada, tomamos agua de jamaica con Vodka, visitamos lugares juntos, bailamos salsa y reggae, tomamos tequila, jugamos con celulares, tomamos clases para aprender a hablar como argentinos, aprendimos nuestras historias, etc.
5 latinos, eso éramos (recordemos que el Holandés nació en Colombia y hablaba muy buen español), y casi podría asegurar que esa fue una de las principales razones para unirnos tanto y pasarla tan bien juntos; había “algo” que nos hacía estar mejor en lugares con música de ritmos latinos, platicando de nuestros países y de todo lo maravillosos que es el mundo de la Patagonia al Río Bravo, visitando los lugares que nuestros antepasados habían construido, hablando de todo lo que se extraña cuando uno esta en otro continente. Hace tiempo no pensaba en eso, es quizás una nimiedad pero extrañaba ese sentimiento de pertenencia a Latinoamérica, lo olvidaba un poco con todas esas clases en inglés, los programas de TV, etc.
Hoy no niego que el mundo aparte de Latinoamérica sea bello; sin embargo me siento orgullosa de haber nacido en este lado del mundo, hablando el idioma de Márquez, Borges, Paz, Cortazar, etc; viviendo cercana a los paisajes que ellos describen en sus escritos, conviviendo con la gente de sus historias, descendiendo de mayas, olmecas y aztecas, feliz de haber crecido escuchando a Soda Stereo, Los Fabulosos Cádillacs, Joaquín Sabina, Santa Sabina, Caifanes (OK, además escucho música en inglés pero esto es otro tema), abierta a un mundo que no puede dejar de ser global pero conciente del lugar a donde pertenezco, lista para salir y mostrarle al mundo toda la belleza que tiene nuestra cultura.
Viaje enriquecedor sin duda, brindo por que vengan muchos más!

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